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Sin educación, no hay economía competitiva

por on Octubre 06,2008

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José Zaldívar

La economía mexicana es la de menor crecimiento de América Latina. En días pasados, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) publico en Internet  su: Panorama de la educación 2008, en donde se señala que en México se invierten en promedio 2 mil 405 dólares (24 050 pesos), anuales por alumno, cifra que nos coloca en el, nada honroso,  último lugar de los países miembros del organismo. Las estadisticas de la OCDE reflejan  el patético estado en que vive la educación en México.

En la era del conocimiento más del 40 por ciento de los jóvenes mexicanos no tiene acceso a la educación media y superior. El hecho de ser un país cuyo presupuesto educativo tenga como objetivo un mayor Indice de producción de ?teve-analfaburros?,  pone en relieve el lugar marginal que la enseñanza pública ha tenido dentro de las prioridades de este gobierno y los anteriores.


Desde que al presidente Miguel de la Madrid Hurtado elimino la liberal materia de Civismo como obligatoria en el sistema educativo nacional y aplico en su lugar la neoliberal materia de ?Cinismo?, las posteriores administraciones han apostado no por una sociedad preparada y capacitada, sino por una población que sea barata para el gobierno y que resulte, por añadidura, atractiva como mano de obra para las inversiones extranjeras, aunque ello implique privarla de la educación y la capacitación adecuadas.


Esta situación genera por consecuencia que carezcan de sustento los esfuerzos por insertar exitosamente a nuestro país en el concierto económico global: sin educación, no hay economía competitiva.


La ?gerencia de lo que queda de República? asegura que está dispuesta a realizar una inversión sin precedente en enseñanza, en el contexto del proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación enviado por el Ejecutivo a la Cámara de Diputados.


Pero, a la luz de los pactos de distribución de cotos de poder establecidos entre la dirigencia corporativa que controla ?Elba Ganstér Gordillo? a través del  Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y el gobierno del que se cayo del velocípedo: Felipe Calderón, parece inevitable suponer que buena parte de los fondos referidos terminarán en poder de esa cúpula sindical y que difícilmente los montos planeados servirán para atacar ?problemas inerciales históricos?.


De hecho, el principal ?problema histórico? que enfrenta la educación pública en México es, precisamente, la existencia de ese liderazgo sindical heredado por el corporativismo priísta y que, en tiempos del gerencialismo panista, gana cada vez más espacios, cotos y atribuciones en la estructura de la administración federal.


Pero el saneamiento y el rescate del sistema de enseñanza pública no debiera ser visto únicamente en función de mejorar el lamentable desempeño de la economía nacional, sino también para vertebrar el combate a la miseria, la desigualdad y la marginación así como para detonar un desarrollo social que ha sido implacablemente postergado por los gobiernos federales desde hace cinco lustros. Complementando lo anterior, la inversión en educación, así como en salud, en infraestructura, en desarrollo agrario, en bienestar social y en creación de fuentes de empleo, debiera constituir el elemento fundamental en una estrategia viable para enfrentar a la delincuencia organizada.


Queda claro que, para contener y desarticular el Decapitalismo Salvaje que padecemos  debe costearse la moralización, profesionalización y equipamiento de los cuerpos de seguridad. Pero si no se erradican los caldos de cultivo sociales de la delincuencia, no habrá presupuesto policial ni militar que alcance para que el Estado imponga la vigencia de la ley y restaure la seguridad pública en el territorio nacional.
A pesar de esto Felipe Calderón Hinojosa, en su  proyecto  de egresos para el año próximo propone un incremento de casi 50 por ciento a la Secretaría de Seguridad Pública Federal, y un incremento de apenas 2 por ciento a la de Educación Pública y reducciones a los fondos destinados al campo, castigado por décadas de neoliberalismo, y al desarrollo de infraestructura, que es la principal manera de combinar el desarrollo con la generación de empleos.


Es preciso recomendarles a los gerentes comerciales de la Nación que hay que invertir el orden de las prioridades de gobierno, ponerlas en sintonía con las necesidades reales del país y dar una mínima viabilidad al cumplimiento de las promesas iniciales del presente gobierno: seguridad y empleo.


Hay ciclos que comienzan y terminan, se agradece al Diario La Verdad de Quintana Roo su hospitalidad brindada durante el último año y en especial al amigo Cruz Ulín. No es un adiós, solamente, un hasta luego.





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