De Beijing a Quintana Roo
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José Zaldívar
Con una fastuosa ceremonia dieron término en Beijing China, los XXIX Juegos Olímpicos de la era moderna. La milenaria China nos mostró que no solamente envía al orbe millones de productos ?piratas? , sino que también posee una admirable disciplina en cuanto a organización se refiere. En lo que toca a los 85 deportistas y 185 delegados y acompañantes que en representación de México fueron al evento los resultados se traducen en 2 medallas de Oro más una de Bronce por parte de los deportistas y cientos de kilogramos de justificaciones, promesas de negocios, souvenirs y gastos a comprobar por parte de los delegados y acompañantes.
Se acumulan las justas olímpicas en las que la delegación mexicana deportivamente nomás no la hace en cuanto a resultados y niveles de competitividad, pero donde los falsos promotores reiteran su disposición al latrocinio y su proclividad a la desvergüenza.
No son los competidores en primer término ?la mayoría a merced de torpes políticas en torno al deporte y con escasa o nula experiencia internacional?, sino el hatajo de funcionarios designados cada sexenio, así como los intocables transas transexenales a quienes ningún mandatario, medio de comunicación o sector de la sociedad, exige cuentas.
En culturas del desperdicio como la nuestra, no sólo se tiran por la borda recursos naturales o se expulsan a Estados Unidos recursos humanos, sino que, gracias a 48 años de desneuronización colectiva por medio de la televisión, hemos acabado por ver normal o como parte de ?nuestra idiosincrasia? los abusos más increíbles y las corruptelas más descaradas.
Además de los atletas y antes que a éstos, ¿a quién responsabilizar de los modestos triunfos mexicanos en los Juegos Olímpicos? Desde luego, al Presidente de la República en turno, por no atreverse a hacer una limpia de directivos inamovibles que hace décadas confunden políticas deportivas inteligentes con pingües negocios particulares desde donde repartir cargos y dinero de la ciudadanía. Inconfesables razones tendrá cada mandatario para no hacerlo.
Enseguida, a la Secretaría de Educación Pública por su deficiente asesoramiento a la Presidencia en este sentido; por su mediocre diseño y aplicación de políticas deportivas eficaces, y por su gris supervisión de las tareas de jugosos elefantes como la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), a la que este año se le asignó un presupuesto de más de mil 500 millones de pesos.
Otro pájaro al que jamás se le pide cuenta, que hace como que hace pero a la hora de la hora tampoco da resultados o éstos son escasos, es la Confederación Deportiva Mexicana (Codeme), que congrega a las federaciones nacionales de todos los deportes y dispone asimismo de considerables cantidades de dinero.
El Comité Olímpico Mexicano (COM) es una entidad fantasmagórica especializada en un deporte de poco lucimiento: la grilla infructuosa, excepto para sus directivos. A tan selecto grupo de falsos promotores añada usted al instituto del deporte de cada estado de la República, con su respectivo presupuesto.
A la cola de este contingente de directivos sin propósito de enmienda marchan las televisoras ?las que jamás vuelven a ocuparse de otro deporte que no sea nuestro mediocre futbol?, no pocos medios impresos, locutores acríticos metidos a comentaristas y comicastros vulgares, así como una iniciativa privada, sobre todo de sentido social.
?Si no pueden, renuncien? es no sólo frase de un padre consternado, sino también de una sociedad harta ya de tanta irresponsabilidad, de tanta corrupción y de tanta ineptitud, también en materia deportiva. ¿Alguno de estos promotores será obligado a renunciar?
Y mientras nuestros competidores, delegados y acompañantes hacían turismo con cargo al erario pagados en la milenaria China, en lo que corresponde a Quintana Roo continuamos con las mismas broncas de siempre en lo que atención al deporte se refiere.
El 40 por ciento de la población de Quintana Roo son jóvenes entre los 12 y 29 años de edad y la mayoría de ellos no cuenta con los incentivos mínimos requeridos para fomentar el deporte y a la juventud en nuestro estado.
Se supone que existe una Comisión para la Juventud y el Deporte de Quintana Roo (COJUDEQ), que actualmente preside Alberto Martín Azueta, que es la instancia encargada de proponer mecanismos de coordinación entre las autoridades correspondientes, a fin de impulsar el desarrollo integral de los jóvenes.
Se supone que la COJUDEQ tiene como objetivo definir los fundamentos metodológicos que permitan diseñar, construir y aplicar políticas y programas estatales para los jóvenes, así como reconocer las perspectivas de género, equidad, bienestar, servicios y participación como elementos centrales en la constitución de programas y políticas de juventud.
Entre las estrategias que se supone que la COJUDEQ debe atender se encuentra la creación de un esquema que permita el ingreso a todos los que promueven y practican los programas de participación a la juventud al Sistema Estatal de la Juventud, elaborar un modelo plural que permita la planeación democrática de los organismos de los sectores educativo, social y privado.
Y decimos se supone porque las insuficientes y deficientes instalaciones ?deportivas? que hay a todo lo largo y ancho del territorio quintanarroense, no cuentan con las condiciones necesarias para su aprovechamiento ó se utilizan para otras causas a las que especifican los lineamientos que dan vida al COJUDEQ.
En Quintana Roo, podríamos definir a las instalaciones y centros deportivos en los municipios, alcaldías y delegaciones como especie en extinción, dado caso que sus instalaciones la mayor parte del tiempo se utilizan más para mítines políticos que para fomentar el deporte, las bodegas de la mayoría de estas instalaciones en lugar de almacenar equipamientos y accesorios para la practica de diversas disciplinas se encuentran llenas de propaganda electoral y despensas para los cuates del delegado municipal en turno.
Quintana Roo cuenta con un preciado tesoro representado en la juventud de su población, pero este tesoro requiere de apoyos y sobre todo en lo referente al deporte, si realmente queremos lograr objetivos positivos con ellos iniciemos la tarea limpiando las escasas instalaciones deportivas que existen de toda esa propaganda y basura electoral que solo promesas incumplidas anuncian.
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