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Mercadotecnia política

por on Abril 13,2009

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MAREA ROJA
Por: Martín G. Iglesias
El marketing político se inscribe dentro de la primera tendencia y últimamente han recurrido a él tanto políticos como grupos y organizaciones no gubernamentales

El marketing político no es otra cosa, sino la aplicación de estrategias mercadológicas para vender un producto, llamado político. No se puede esperar que quienes recurren al marketing político lo hagan por un excesivo altruismo o una preocupación por el interés general, sino por los intereses propios, tratan a toda costa de posesionares de la mente del posible votante, pues hacia ellos va dirigida toda la información, si es que en verdad se informa.
Los desarrolladores de la estrategia de MKT, juegan como las fuerzas en el mercado, donde cada productor de un determinado producto intenta optimizar su posición utilizando mecanismos impersonales de colaboración.
El marketing político responde a una concepción más realista de la política y menos idealizada. Responde a la idea de que no se puede ?vender? algo sin hacer publicidad, y ese ?vender? no se refiere sólo a lo material sino también a lo conceptual, como el poder. Esto se puede constatar en la historia; por ejemplo, en las religiones, sobre todo en las universalistas como la católica, que mandaron misioneros alrededor del mundo. Eso es marketing político al estilo antiguo, "avant la letre", antes de que siquiera existiera la palabra.
El consumidor de bienes materiales está relativamente desnudo de toda protección en el momento de adquirir un producto, por lo que basará su elección en la información que reciba en el momento de la compra. En cambio, el ciudadano que ?compra? un presidente, un partido, una política, es decir, que es un consumidor político, en muchos casos al menos tiene detrás de su elección todas sus tradiciones y esquemas de vida, situación que lo hace menos manipulable de lo que parece a primera vista. Por esta razón, considero que uno de los errores que se cometen de manera reiterada es la importación de estrategias de marketing político que no toman en cuenta el contexto nacional; en consecuencia, lo que funciona bien en un lugar, en otro es una catástrofe.



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