* Farsa Tras Farsa, Recuperación de Playas

Alberto Barrios ([email protected])

?Estos hombres son murmuradores, quejumbrosos respecto a su suerte en la vida, que proceden según sus propios deseos, y su boca habla cosas hinchadas, a la vez que están admirando personalidades en el interés de [su propio] provecho.? (Judas 16)


* En el 2006, 230 mdp, Tirados al mar
* Jan de Nul, Otra vez a Hacer lo que ya Hizo


Damas y caballeros, niñas y niños, cuando la irresponsabilidad social forma parte de la cultura del ciudadano medio ya sea como producto o parte de la corrupción con la que hemos vivido en cada ámbito de nuestra vida, muy difícilmente se puede exigir a funcionarios y políticos una efectiva rendición de cuentas. Por ejemplo, la recuperación de playas en Cancún. ¿Qué sucedió con los 230 millones de pesos que pagó el gobierno federal hace 3 años a la empresa belga Jan de Nul, la misma que ganó la nueva licitación para hacer lo mismo que hizo hace 3 años? Aunque nuestra capacidad de asombro ha sido rebasada, hay que seguir registrando la impunidad con que funcionarios federales, estatales y municipales, con el aplauso fácil de los empresarios hoteleros, se dedican a tirar al mar el dinero de la población. Porque, además, resulta que debemos agradecerles el que se estén gastando impunemente los recursos del erario público. Hace 3 años, cuando se inició el proceso de recuperación de las playas, se reunieron en playa delfines, en El Mirador, el titular de Turismo, Rodolfo Elizondo, el ahora director de la OVC, el hotelero Jesús Almaguer Salazar, así como Francisco Alor, Gabriela Rodríguez, Artemio Santos y Javier Olvera, entre otros muchos personajes que aparecieron con sus mantas de agradecimiento en todos los medios, muchos de los cuales carecen de memoria. Recordemos que debido a los efectos del huracán "Wilma", en 2005, un año después se realizó una primera recuperación de playas en Cancún, mediante una inversión federal de 235 millones de pesos; se rellenaron casi 12 kilómetros de playa con 2.8 millones de metros cúbicos de gruesa arena de mar extraídas del banco de "La Ollita" ?muy diferente a la fina arena que caracterizó a las playas de Cancún-, lo cual provocó la protesta de pescadores de Isla Mujeres y el Parque Marino Nacional Costa Occidental, de Isla Mujeres, Punta Cancún y Punta Nizuc, quienes presentaron denuncias por daños ambientales. Durante 4 meses, la draga de Jan de Nul extrajo la gruesa arena del banco La Ollita, mientras los trascabos la acomodaron a lo largo de los 12 kilómetros de playa que dan al mar caribe. Este primer proyecto de recuperación quedó incompleto, porque incumplió su parte, que era la conservación de la arena, que de manera paulatina regresó al lecho marino. Nadie, absolutamente nadie le ha levantado responsabilidades políticas y, mucho menos, legales por esta omisión a funcionarios que gozan de impunidad total. Ahora, tras meses de quejas plañideras, funcionarios estatales y municipales, con la complicidad de los empresarios hoteleros, convencieron a la federación para extraer nuevamente gruesa arena de mar para extenderla en las playas de Cancún y también de Playa del Cármen. Los recursos, por supuesto, con cargo al erario público. No hay un solo quinto de los empresarios hoteleros, principales culpables de la erosión de las playas y ahora principales beneficiarios de la recuperación de playas. La idea de esta nueva recuperación de playas es que cada año se destinará una cantidad de recursos públicos para darles mantenimiento, para lo cual se ha constituido un fideicomiso que será sostenido con aportaciones federales, estatales y municipales. Los hoteleros, otra vez, no aportan ni un quinto. Pero lo más importante es lo siguiente: en diversos foros ambientales, prestigiados científicos han planteado que la solución al problema de la erosión de las playas en la zona hotelera de Cancún consiste, básicamente, en reactivar los enlaces naturales del mar caribe con la laguna Nichupté. ¿Qué representaría aplicar esta medida técnica y científica? La expropiación y demolición de negocios en la zona hotelera, un planteamiento que horroriza a los depresarios. Porque para ellos lo importante no es conservar, sino ganar.