Casi 300 años después de la salvaje globalización española de 1521 - que destruyó hasta donde pudo el origen y raíces de las milenarias culturas mesoamericanas -, los mexicanos, producto de la fusión, iniciamos las luchas por librarnos del yugo colonial y religioso que nos impuso la barbarie de virreyes, marqueses, tesoreros, condes, capitanes, aventureros, gobernadores ebrios, cardenales, obispos, arzobispos, monjes, curas, mercachifles espurios y secretarios de gobernación que trajo La Conquista Española.
Los mexicanos hemos librado muchas batallas desde que en 1821 recuperamos nuestra soberanía como Nación INDEPENDIENTE de la Corona Española y en 1857 con las Leyes de Reforma que separaron definitivamente a la Iglesia del Estado, conformándose con esto una independencia y separación de los intereses político, sociales, económicos, laicos y civiles de los ciudadanos mexicanos de los intereses jerárquico/canónigo/ambiciosos que estilan los hombres que visten falda negra, que al igual que algunas mujeres, ?no se les puede decir Mi Alma porque de inmediato les da por pretender establecer el control de las situación bajo esquemas y leyes que ell@s deciden?.
Para 1910 tanto los golondrinos inversionistas norteamericanos, ingleses, franceses, judíos y abarroteros españoles como criollos heráldicos, mestizos renegados, conservadores y jerarquía clerical incluida se habían reapropiado nuevamente del poder político, económico y social de este gran país para beneficio de unas cuantas familias ?decentes?, dándose con esto los elementos que originaron la gesta de la Revolución Mexicana que culmino su fase ?guerrera? con la Constitución del 5 de febrero de 1917, basada en las causas y los principios que conformaron la conformación de un pacto federal de la Nación Mexicana y no en ?reglas de mercadotecnia? de las Cámaras Empresariales.
Estas causas y principios dieron pie a que la Asamblea Constituyente promulgara las Leyes que dejaban en custodia de la Soberanía Nacional la riqueza de los Recursos Naturales de su subsuelo, y en base de estas Leyes se sustento un capitulo muy importante en la historia reciente de la México y que es el de la Nacionalización de la Industria del Petróleo, a lo que la hizo posible, a los obstáculos que se interpusieron para que ese hombre de gran visión que fue el general Lázaro Cárdenas del Río la llevara a cabo, y luego también a las circunstancias que exigieron su realización, planteándose en 1938 la disyuntiva histórica de mantener la subordinación política a las grandes potencias industriales de entonces o de hacer realidad de una vez por todas los objetivos que se planteó la Independencia de 1810, así como cristalizar los compromisos sociales de la gesta revolucionaria de 1910 a 1917, fecha en que se concretan en la Constitución de Querétaro los anhelos que el pueblo exigía después de que había corrido la sangre de millón y medio de compatriotas sobre suelo mexicano.
México en 1938, seguía los cauces normales por los que otros pueblos que recuperaban su soberanía habrían de seguir, y por los que finalmente todos los países sometidos a un régimen colonial seguirían con el tiempo. En 1938 se presentaban con mucha claridad dos fenómenos políticos, sociales y económicos que ya habían convergido en diversas partes del mundo, forjando cauces libertarios desde entonces y hasta ahora ininterrumpidamente, buscando conciliar el derecho a la libre autodeterminación de los pueblos con la interdependencia entre las naciones.
Este fenómeno histórico tan complejo ha marcado de muchas maneras y en diferentes medidas, los cauces por los que se han canalizado las luchas libertarias en todo el planeta, y México, como es natural, no ha podido sustraerse a esta tendencia del proceso evolutivo de todo el mundo. Desde finales del siglo XIX, empezó a considerarse la importancia del petróleo en su uso como fuente de energía en la industria en general, y muy especialmente en los ferrocarriles y en los barcos, y aún cuando hubo algunos intentos previos llevados a cabo por mexicanos para establecer la explotación de los yacimientos descubiertos en el sur de Veracruz, en Tabasco y en el Istmo de Tehuantepec, estos no tuvieron éxito y fueron los norteamericanos, por cierto concesionarios del ferrocarril del Istmo y el Sureste, Edward Doheny & Weetman Pearson quienes lograron establecer las primeras explotaciones a gran escala al amparo del Código Minero de 1884, y las leyes de 1892 y 1901.
El Código Minero de 1884, había llegado para terminar con el principio del dominio del subsuelo expresado terminantemente en las Ordenanzas de Aranjuez, publicadas por Carlos III el 22 de mayo de 1783, y que por cierto fué la primera legislación minera dictada para México, habiendo estado vigentes estas Ordenanzas precisamente hasta 1884, pues hasta ese entonces las Cámaras de Diputados y Senadores del México independiente y porfiriano vieron que esta legislación no estorbaba el negocio familiar alguno y por lo tanto no había que reformarla, ya que por cierto en 1938, la ordenanzas y el Código Minero, habrían de ser la fundamentación de casi todos los alegatos jurídicos que se llevaron a cabo contra la expropiación petrolera y sobre la propiedad del subsuelo.
Cuándo Porfirio Díaz sienta las bases de los orígenes de la industria petrolera, lo hizo renunciando al principio del ejercicio de soberanía, dando en propiedad el subsuelo a los superficiarios, concediendo exenciones de impuestos para la importación de los equipos necesarios, así como para la exportación de petróleo y con toda clase de complacencias para con las compañías extranjeras, como hasta la fecha sucede.
En ese entonces - asi como, actualmente lo pretende la Reforma Energética propuesta al Congreso de la Unión por el Presidente de Los Pinos Felipe de Jesús Calderón Hinojosa-, el Estado no percibía ningún beneficio con las explotaciones que se iniciaron a principios del siglo XX, ya que se había concedido a favor de las compañías extranjeras una especie de extraterritorialidad. Socialmente, el país tampoco recibía beneficio alguno, ya que los convenios de trabajo impuestos a los obreros propiamente eran de servidumbre. Cualquier semejanza con la actualidad no es coincidencia? es inconciencia.
Así pués, la forma en que el Gral. Díaz sentó las bases sobre las que posteriormente habría de nacer un nuevo gran imperio económico extranjero que llego a ser, quizás, el mayor problema que tuvo el país para conseguir su emancipación política y económica, constituyéndose, en algo asi, como un Estado dentro del Estado, con un poderío económico y político al que ni siquiera la lucha armada revolucionaria había afectado, pues durante todo este periodo habían sido sostenidas por las fuerzas militares bajo el mando de un general Calderón, que las protegió en sus bienes y personas.
Las compañías privadas y extranjeras también tenían también a su servicio a las antecesoras de los actuales pefepos y zetas que ese entonces se hacían llamar guardias blancas, y asi como actualmente continua sucediendo, se valían para manejar a los empleados mexicanos a punta de bayoneta, y para conservar la autoridad de hecho sobre las extensas zonas que dominaban, y llegaban incluso a controlar los caminos de las zonas petroleras, por los que solamente podían transitar personas gratas a ellas. Nada que ver con retenes.
Después de que Porfirio Díaz se subiera al Ipiranga y dejara el mensaje de despedida con un: ?Hay les dejo el tigre suelto?, en 1911 se presenta el primer problema serio de orden internacional, motivado por el ?libertinaje? de las compañías petroleras. Al ?presidente espiritista? Francisco Indalecio Madero se le ocurrió crear el primer impuesto llamado ?del timbre? para gravar la producción del petróleo en tres centavos por barril. Generando este impuesto que a principios de 1912, el embajador estadunidense Henry Lane Wilson se quejara ante el gobierno ?en nombre de las compañías extranjeras - de que el impuesto resultaba ?demasiado alto?.
Por cierto actualmente se encargan de esa chamba, que ahora incluye humedales ?mangleados?, manifestaciones de impacto ambiental incumplidas, multas y clausuras: el nuncio apostólico en México Christopher Pierre, el embajador de los Estados Unidos de América Tony Garza, el Secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño, Emilio ?El Telemiso? III, el segundo de la lista Forbes Carlos Slim, el embajador de España Carmelo Angulo, el cónsul honorario español en Cancún Javier Marañón, el presidente de los hoteleros en Cancún Jesús Almaguer,.entre otras excelsitudes cuyos nombres ocuparían un cuarto de plana más y este espacio no es crónica de sociales? mucho menos nota roja.
Desde ese entonces quedó establecida una mala costumbre que ha acarreado muchos y muy grandes problemas al país: la intervención diplomática para proteger los intereses de extranjeros, y que desde ese momento el gobierno mexicano no podría ejercer libremente actos elementales de soberanía nacional sin encontrarse con las limitaciones que los gobiernos extranjeros le impondrían, las cuales en muchos casos debían ser definitivas y terminantes, como lo que con el tiempo tendría que suceder y volverá a suceder de continuar, a consecuencia del fuerte grado de dependencia que siempre ha subyacido en nuestras relaciones con empresas de otros países que solo velan sus propios intereses mercantiles.
Ante la falta de fondos para mantener a la burocracia científica que había heredado del porfiriato, en junio de 1912 al Presidente Madero se le ocurre expedir otro decreto aumentando los impuestos petroleros, dando motivo a que en septiembre del mismo año el embajador Wilson la ?vuelva hacer de tos postdigestiva? enviando la siguiente nota al secretario de Relaciones Exteriores de México:
?El gobierno de Estados Unidos desea hacer saber al presente gobierno de México que con la consiguiente sorpresa y natural recelo ha sido informado de ciertas partes? al parecer influidas por la avaricia y por la mal querencia a las empresas estadunidenses a consecuencia de su nacionalidad, están? persiguiendo y robando a dichas empresas en cada oportunidad favorable que se les presenta.
La Associated Press ha sido molestada repetidas veces por las innecesarias y enojosas restricciones de las cuales no puede hacerse completamente responsable al gobierno?
Las empresas petroleras norteamericanas de la región de Tampico presentan pruebas indudables de que están siendo gravadas con impuestos casi insoportables? El gobierno de Estados Unidos se ve obligado a insistir en que cese inmediatamente esta persecución que prácticamente equivale a la confiscación, y espera recibir del gobierno mexicano la seguridad inmediata de que pronto se hará esto?.
La historia no ha cambiado mucho desde ese entonces... continúa.