DENNYSHAK ALFARO
CANCÚN, QROO
El dos de noviembre de cada año, en el Estado de Michoacán se recuerda a los miembros de la familia que ya murieron. La fiesta de muertos tiene significados diferentes para los mestizos, habitantes de las grandes ciudades, que los que tiene para los pobladores de las comunidades rurales o indígenas. Pero todos recuerdan a sus muertos.
Este día se manifiesta una actitud muy mexicana ante la vida. Un día consagrado a la memoria de los muertos queridos. Entre las comunidades indígenas existe la creencia de que en el más allá se da licencia al difunto para visitar a los parientes que aún viven en este mundo. Para su llegada, le llevan comida y adornan la tumba con flores. En algunos lugares se hace un altar adornado con filigranas de papel de china de variados colores y flores de Xempaxuchil, el retrato del difunto se coloca en el centro del altar, donde, además de velas y veladoras, copal y un brasero, se coloca todo cuanto le gustaba en vida: cigarros, café, frijoles, tortillas, pan, chocolate, cañas, narnajas, limas, plátanos, tamales: amarillos,de harina, de azúcar, de chile verde o de chile rojo, corundas, tejocotes, sopa de arroz, mole, plátanos, cacahuates, tequila o mezcal.
La fiesta más conocida se realiza en Janitzio. Allí, los pobladores de Pátzcuaro y de la isla inician la celebración desde la tarde del primero de noviembre con la caza del pato sagrado (que se cría en el Lago de Pátzcuaro). Esta cacería se realiza exclusivamente con lanza. El pato que se caza, se cocina para dar de comer a quienes esperan a los difuntos en la madrugada del dos de noviembre.