Basa su idea en "el casco de Cortés"
La geógrafa Lucie Dufresne aventura en su libro una hipótesis sobre el origen nórdico del dios azteca
Ciudad de México
Agencias
¿Pudo haber sido Quetzalcóatl un vikingo deidificado por los toltecas, mayas y aztecas? En la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo, soldado que acompañó a Hernán Cortés, la geógrafa canadiense Lucie Dufresne encontró una pista: la mención de un casco metálico en Tenochtitlan en 1519, donde aún no se conocían el metal ni el bronce.
A la llegada de los españoles, Moctezuma envió un emisario pidiéndole que trajera consigo el casco de Cortés para ver si era similar al de Quetzalcóatl, del que según Dufresne, conservaban registro en sus archivos.
Moctezuma se convenció de que ese casco era similar al de sus antepasados y de que los venidos del Este eran descendientes de Quetzalcóatl.
"Era una pieza extraordinaria, de metal, un material que aquí no existía, por eso chocó su imaginación, aquí los cascos de los guerreros eran de hule, plumas, algodón", contrasta.
Dufresne añade otro dato: la vida del rey Quetzalcóatl habría coincidido con la exploración vikinga de tierras americanas, hacia el año mil d.C., y con esas pistas, y con las sagas de los vikingos, escribió su primera novela Quetzalcóatl. El hombre huracán (Random House Mondadori).
"Es una hipótesis más que una certeza, lo escribí para ver si era posible que tal aconteciera", acepta la investigadora afincada en Montreal.
Una novela histórica
En la novela relata la travesía de Ari, hijo natural de Erik el Rojo, hacia tierras americanas, quien empujado por los vientos huracanados, naufraga en las costas de Tecolutla, y tras ser sometido por los toltecas, sus captores se convencen de su origen divino.
"(Aprovecha) su físico tan distinto, que parece venir de donde sale el sol, se da cuenta de que para sobrevivir tiene que actuar como un Dios y se presenta como tal, como cualquier rey de la época, que se pretendía como intermediario entre Dios y los humanos", añade.
Dufresne, quien desde hace 10 años estudia el mito de Quetzalcóatl, decidió lanzarse a la literatura, "fastidiada de escribir en un lenguaje científico".
Y anticipa algunas ideas para una segunda novela histórica: la decadencia maya.
"Cómo los mayas llegaron a ser tan ricos y sabios, con bibliotecas inmensas, y en 50 años caer en la nada", concluye.