*El peligroso seņor Greg
Oct 08,2007 00:00 by redaccion![]() *Signos del populismo Agustín Ambriz En tiempos de la floreciente democracia mexicana, han ido surgiendo en todos los rincones del escenario político nacional personajes originalmente impopulares que, por alguna causa u otra, se creen justos merecedores de gobernar su municipio, su estado o su país, y con legitimo derecho manifiestan públicamente su aspiración, adoptan falsas personalidades, maquillan su imagen, se montan en la estructura de algún partido, comienzan una millonaria campaña, participan en la contienda y (¡SURREALISTA!) ganan cuando nadie jamás se lo imaginaba. El camino y las estrategias que cada uno ha seguido para alcanzar sus propósitos fue importante, pero lo determinante para el éxito ha sido tener siempre de su lado el descontento de amplios sectores sociales anhelantes de un cambio. El peligro de esta especie de políticos fenómenos es que cuando empiezan prometen todo y se declaran partidarios de la justicia social, pero cuando están en el poder enseñan sus verdaderos intereses y se dedican a gobernar para una aristocracia, para unos cuantos. Los ejemplos de este tipo de líderes emergentes no ha sido exclusivo de nuestro país, en Latinoamérica comenzaron a proliferar desde el último cuarto del siglo XX y los efectos desastrosos de sus gobiernos hoy se siguen padeciendo en algunos países: Alberto Fujimori en Perú, Abdalá Bucaram en Ecuador, Hugo Chávez en Venezuela y Vicente Fox en México, son sólo algunos. Pero al interior de la república también ha habido ejemplos como el alcalde perredista de Acapulco, Félix Salgado Macedonio, controvertido político, actor de una película y quien ahora en el poder gobierna desde su casa porque sus malas operaciones políticas sólo le han dejado violencia y amenazas de muerte por parte de grupos de la delincuencia organizada, que nada más como señal le dejaron una cabeza decapitada en la puerta de palacio municipal. En Quintana Roo, la figura del empresario y cantante de música cristiana Gregorio Sánchez Martínez comienza a tornarse en esta especie de políticos fenómenos que a toda costa buscan arribar al poder, sin importar las consecuencias que ello provoque en la sociedad. La obsesión mostrada en lo dos últimos años por Greg Sánchez para ganar la candidatura, primero, y la presidencia municipal de Benito Juárez, después, ha logrado exacerbar los ánimos políticos y comienzan a surgir los primeros brotes de violencia política. Constructor y propietario de la empresa Servicios de Logística Aeroportuaria (Selda), que da servicio de rampa y limpieza en la mayoría de aerolíneas extranjeras en la república, Greg Sánchez no obtuvo el escaño que esperaba en el senado de la república en las pasadas elecciones federales de 2006 y desde entonces afanosamente empezó su abierta campaña proselitista a la presidencia municipal benitojuarense a través de la “Fundación Todos Somos Quintana Roo”, constituida con fondos privados para brindar servicios de salud a los habitantes más pobres. Esta labor altruista le ha ganado muchos adeptos en el camino al empresario, quien además de promoverse en los círculos religiosos con la distribución gratuita de su CD, cuya portada es una fotografía del cantante, también ha soltado inmensas cantidades de dinero para su campaña publicitaria en los medios de comunicación. Ni la dirigencia nacional del PRD ha podido frenar el poder político que peligrosamente ha ido amasando Greg, pues la línea del centro viene en el sentido de apoyar al empresario contra viento y marea. La discordia sembrada por sus aspiraciones no sólo en al interior del PRD sino también de Convergencia y del PAN en el estado, han hecho suponer al empresario que podría llegar ya sea por un partido de izquierda o inclusive de derecha, si ese fuera el escenario. La soberbia de Greg sin duda ha prendido el júbilo entre sus seguidores pero también la rabia entre sus adversarios políticos, quienes lo ven como un líder mesiánico que se la pasa repartiendo promesas de soluciones milagrosas para todos los problemas sociales. Pero más allá de las críticas subjetivas de sus detractores, la figura de Greg Sánchez se está tornando peligrosa debido a la envoltura de salvador en que se arropa para aparecer públicamente. Su particular mezcla de los negocios, la política y la religión, evidencian sus contradicciones de intereses y la falta de una estructura ideológica sólida que de seguridad al electorado. Gobernar no es atender la gerencia de una empresa; tampoco endulzar oídos con canciones prometedoras de una vida eterna; ni aplicar programas altruistas como la solución a los problemas económicos de la mayoría de los habitantes. En el sentido estricto, gobernar no solamente es manejar los negocios estatales y proveer los servicios públicos, sino también conducir, motivar, alentar, estimular a la sociedad y coordinar y dar coherencia a los esfuerzos dispersos e inconexos de sus miembros para apuntalarlos hacia la consecución de las metas sociales. Esto es lo que a muchos políticos se les olvida cuando llegan al poder. Las dudas que deja la figura política de Greg son precisamente esa extraña combinación de intereses que inevitablemente llevan a la confrontación social, la misma que se pretendió detener con las Leyes de Reforma que terminaron con la separación de la Iglesia y el Estado. El peligro de mezclar la religión con la política es la tendencia al fundamentalismo que si bien no podría generar los movimientos armamentistas de Europa, sí podría aglutinar a grupos de menesterosos capaces de hacer lo que sea por dinero. Con su obsesión, Greg va que vuela para líder populista, que no es otra cosa más que una deformación de nuestra incipiente democracia dentro de un ambiente ausente de verdaderos líderes naturales capaces de gobernar. El populismo no es un movimiento ideológico sino una desordenada movilización de masas, sin brújula doctrinal. En los hechos, son líderes que “fascinan a las masas sin dejar de servir a las oligarquías”. Ya el ex presidente Vicente Fox nos dio una muestra de un gobernante frívolo que mezcló los negocios, la política y la religión, con resultados desastrosos y acciones ridículas para las instituciones del sistema político mexicano. Su populismo, lo llevó hasta a actuar como comediante en la radio y logró que los habitantes no sólo criticaran sino que se pitorrearan de la figura presidencial. El daño sin duda fue para las instituciones, se perdió el respeto, y el ex presidente pasó de político fenómeno a fenómeno político. |