??el corazón de los sabios está en la casa del duelo, pero el corazón de los estúpidos está en la casa del regocijo.? (Eclesiastés 7: 4)
* LAFS, Tenacidad de Carmina y Armando
* Cancún Center los Desdeñó; Hilton los Arropó
* Coro de Cancún, a expensas de un Casino
Damas y caballeros, niñas y niños, conocimos hace 4 años a esta pareja de activos empresarios, Carmina del Valle y Armando Zenteno Rudolph, cuando ella abogada, él promotor de ferias, dinámicos y activos, arribaron al caribe mexicano con una tentadora oferta, Latin American Food Show ?LAFS-, concepto que pretende integrar proveeduría regional latinoamericana con un mercado de consumo tan atractivo como el del Caribe Mexicano que genera anualmente negocios por más de 10 mil millones de pesos; derivada de esta visión de negocios, plantean otra idea, que en su momento fue manejada por Luis García Silva, ex secretario de desarrollo Económico del gobierno de Quintana Roo, que es convertir a Cancún en plataforma distribuidora de negocios hacia Centroamérica, hasta alcanzar a aquellos que se yerguen bajo la historia latinoamericana. Ante semejante visión, uno podría esperar que el esfuerzo inicial, de Carmina y Armando, generaría apoyos, pero los mexicanos padecemos la fábula urbana que nos adjudica el triste papel de cangrejos que, lejos de unirnos, nos dedicamos a impedir que nuestros compatriotas triunfen. Y el Caribe Mexicano está infestado de cangrejos, incapaces de impulsar al hermano, al amigo o al emprendedor. Artemio Santos Santos, entonces director de la Oficina de Visitantes y Convenciones ?OVC- fue de los escasos funcionarios que inmediatamente apoyó LAFS, confirmando la excepción de la regla. Más tan precario fue el apoyo de otros funcionarios y empresarios que pareció boicot. El Cancún Center no solo los trató con la punta del pié, sino que les cobraba un millón de pesos, erogación que no pudieron aguantar hasta que el hotel Hilton los arropó. Aún así, el año pasado, 2008, el evento languideció, por lo que Carmina y Armando fueron tentados por promotores de Miami para trasladar la feria a aquella ciudad, pero prefirieron optar por su última carta, que fue el apoyo del gobierno federal, vía la Secretaría de Economía y de la Secretaría de Agricultura. Y funcionó. Obtuvieron 600 mil pesos en apoyo para 300 pequeños y medianos empresarios, muchos de las cuales, al final de la feria, nos manifestaron, con sus abultadas bolsas de camisa llenas de tarjetas, su entusiasmo por haber tenido la oportunidad de intercambiar experiencias dentro de la 4ta. Edición de Latin American Food Show. Sinceramente, mis estimados, somos críticos permanentes del dispendio del erario público, pero fue estimulante platicar con estos pequeños comerciantes y observar que igual ofrecían miel quintanarroense, que salsas habaneras ?Fuego Maya- o una fórmula chetumaleña ?Michemaya- para elaborar las famosas micheladas, que camarones campechano o el norteño sotol, o los esfuerzos de las jóvenes belizeñas de Beltraide ?Belice y Comercio Servicio de Desarrollo de Inversiones- para convencernos de que su salsa habanera -combinada con mermelada- puede competir con la yucateca o tratar con expertos chilenos en vinos que ansían colocar sus excelentes productos en el caribe mexicano u observar a jóvenes estudiantes de la Universidad del Caribe orgullosos por participar en un evento de este nivel. Sin embargo, a este apoyo gubernamental corresponde una enorme responsabilidad por parte de Carmina y Armando. Lo tienen claro. No es con el dinero del erario público que se puede sostener una feria de estas dimensiones, sino con los particulares interesados en realizar negocios. Y el mercado es tan grande como competido. Por eso, aplaudimos el hecho de que se inventaron un Latin American Cheff ?que es una desaprovechada y buena copia de Iron Chef, el popular programa japonés-, así como el salón del ron o la cata de cafés ?patrocinada por starbucks-. Tienen futuro. Enfrentarán retos, porque hay cangrejos organizados en el caribe mexicano a quienes no conviene que triunfe Latin American Food Show.
Donde nos prometieron que harían un Teatro, ahora opera un casino, que acaba de apropiarse de la calle pública porque no tienen estacionamiento. ¿Estas autoridades municipales no aprenden?
Por Alberto Barrios
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